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Tú no me mandas

By 12 febrero, 2018febrero 4th, 2021No Comments

Fotograma del episodio “Nosedive” de la serie de Netflix “Black Mirror”

El exdirectivo de Facebook Sean Parker reconoce que buscaban crear adicción.

“Explotamos una vulnerabilidad en la psicología humana… Y creo que los inventores, los creadores, yo mismo…lo entendíamos. Lo entendíamos, conscientemente, y lo hicimos de todas maneras”. Con estas palabras, el que fuera presidente y fundador de Facebook, Sean Parker reconocía que los creadores de esta red social y de otras tantas que usamos cada día, explotaron una vulnerabilidad en la conducta humana para causar el mismo efecto en nuestra mente que el que provoca una adicción.

Lo estamos viendo. Según la Asociación de Usuarios de Internet en nuestro país más de 50.000 jóvenes son adictos a las redes sociales y casi un millón se encuentran en riesgo de padecerla. Fuera de nuestras fronteras, en Alemania cuentan con campamentos de ayuno de Internet y en Corea del Sur hay más de un centenar de clínicas especializadas en el tratamiento de adictos a las redes sociales. ¿Qué hemos hecho para llegar hasta aquí?

Empresas como Facebook, Instagram, Snapchat o Youtube diseñan estas plataformas hasta lograr prácticamente que sea imposible resistirse a ellas. Su razón de ser ha salido a la luz gracias, entre otros, a “ex” como Parker que reconoce que detrás de todo solo hay un objetivo: tu atención. El porqué de estas redes solo responde a la necesidad que tienen de tenerte dentro, a captar tu atención y a mantenerla la mayor parte del tiempo como sea posible, mediante videos, post, comentarios o con los “toquecitos de dopamina”, como lo define Parker, que no son otra cosa que los “Me Gusta”, los corazoncitos en las fotos o el comentario ilustrado con emojis. Todo es el resultado de un sistema diseñado para mantenerte ahí, en tus perfiles, en tu feed, en el mundo que te has creado paralelo, en el que hay que dar a conocer lo bien que te lo pasas, lo mucho que disfrutas, la cantidad de cosas que haces y lo que piensas, aunque sea llevando las opiniones al límite, algo que jamás te había ocurrido en tu vida anterior, cuando dabas tu punto de vista en conversaciones cara a cara y aprendías a respetar la opinión del que pensaba diferente.

Los creadores de este sistema lo llaman -y así lo dice Parker- “circuito cerrado de retroalimentación de validación social”. No es fruto de la casualidad. No son plataformas neutrales. Todo está inventado como parte de un sistema que busca hacernos adictos. Que pasemos la mayor parte de nuestro tiempo es imprescindible para poder rentabilizar el negocio publicitario que, al fin y al cabo, es su auténtico objeto, siendo los usuarios la mercancía (por eso es gratis). En una sociedad hiperconectada, la atención se ha convertido en una materia prima prioritaria. Estas redes buscan, por el bien de sus cuentas de resultados, que nunca dejes de pulsar, arrastrar y mirar.

Es urgente recuperar el control y decirles “tú no me mandas”. Recordemos cuando, siendo pequeños y en ausencia de tus progenitores, si un hermano, amigo o familiar trababa de darte una orden, tu reacción inmediata era decirle “ tú no me mandas”, lleno de rebeldía ante semejante ultraje. Recuperemos ese espíritu libre de antaño, de poder decidir cuándo consultar las redes, de ser realmente dueño de nuestro tiempo y de nuestras interrupciones.

Pensemos por un momento en nuestros hijos. Ellos aún se están formando el carácter, sus hábitos, sus sueños ¿cómo no defenderlos frente a un ejército de ingenieros, sociólogos y sabe Dios cuánto dinero y talento para captar su atención al máximo sólo para ser usados como mercancía? llegará un día en el que las redes sociales, igual que otros negocios, estarán reguladas para proteger a los menores. Están indefensos ante tanta golosa provocación.

Hay una curiosa iniciativa llamada Time Well Spent, lo que traducido sería algo así como “tiempo bien gastado”. Se trata de un grupo de ex directivos de grandes compañías tecnológicas que, a través de distintas acciones, entre ellas la concienciación social, toman partido, por ejemplo, ofreciéndonos consejos muy prácticos para “desengancharnos” y recuperar la atención en otras cosas. Consejos como relegar de la primera pantalla del móvil las aplicaciones más adictivas (y menos necesarias), utilizar en nuestro móvil una escala de grises o eliminar las notificaciones que interrumpen constantemente la actividad personal y profesional, resultan muy eficaces a la hora de intentar, al menos, que la tecnología no secuestre nuestras mentes y nuestro tiempo.

Artículo publicado originalmente en Revista Capital

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