El capitalismo está en crisis. La afirmación no deja de tener algo de guasa si el que la pronuncia es fundador de Davos, el foro del capitalismo por excelencia, donde se dan cita los hombres más ricos del planeta.
“Esto del digital me coge mayor. Si tuviera veinte años menos, seguro que me metía de lleno en este mundo, pero lo cierto es que me da pereza, algo de miedo y sobre todo, vivo muy bien con mi trabajo y no tengo motivos para cambiar”. Esta confesión me la hizo en su despacho el director de marketing de una importante empresa hace unas semanas.
El 70% de las pymes muere antes de cumplir los cuatro años de vida. Lo asegura un informe de la OCDE que sitúa además a España a la cabeza del ranking de mortalidad empresarial, con permiso de Hungría.
“La vida no me da para más, tengo demasiado trabajo” le decía un ejecutivo a otro. Escucharlo me hizo pensar en el desequilibrio en el que vivimos. Es una locura, un cierto caos permanente en el que parece que llegamos tarde a todo, que el tiempo no nos cunde y que hay algo que no funciona porque la sensación de felicidad es intermitente, escasa y efímera.