Había saltado el escándalo de Facebook y Cambridge Analytica. Yo estaba seguro de que la crisis de reputación que se abría para Marc Zuckerberg y los suyos iba a acabar con el imperio de la red social más grande de todos los tiempos, o al menos darles un duro golpe. Tanto, que hice una apuesta en esa dirección: la que hoy estoy a punto de perder.
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